jueves, 4 de abril de 2013

Cuando llega la prosa...

A sangre fría

Necesito ser tu sangre, para recorrer todo tu ser, ver cada rincón que te forma. Ver como late tu corazón por mí, impulsar cada energía que tu cuerpo necesita.
Necesito ser tu sangre para que el color azul de tus venas me contagie de tus ganas de vivir. Para ver como se excita tu sistema nervioso al ver a otra mujer, para yo, ya convertida en tu sangre, ir lenta, lenta, y tu corazón latiendo fuerte, y yo iré cada vez más lenta, para ver como clamas por mi -¡Mi sangre!- dirás y yo lenta convertida en tu sangre, lenta. Y yo lentamente, lentamente; asistiré a tu muerte, llena de dolor, pero también feliz, asistiré a tu muerte.
Necesito ser tu sangre, para verte morir por mí.

 


Un mundo

Aquel mundo estaba seco, toda su razón de ser era el trabajo, para el cual no existía descanso. Era gente de piel gris las que habitaban en el. ¿Gente? Disculpen, autómatas mas bien, era lo que parecían ellos.
A dos de ellos se les ocurrió enamorarse; no importa cómo, ni cuando, solo ocurrió. Sus encuentros fortuitos actos de magia eran, magia que a los ojos de algunos no escapo. Lo inusual era malmirado, enamorase era inusual en aquel mundo infértil.
La pareja inusual fue juzgada, a pesar de sus explicaciones interminables: que se amaba decían; pero ¿Qué es el amor? Le preguntaban, ¿Qué rara enfermedad es esa que los hacía dejar de trabajar, qué los hacía delirar, qué los hacía vivir fuera del mundo que todos conocían?  No sabían responder, solo sabían lo q sentían, y eso les era imposible expresarlo con palabras a gente sin capacidad de amar.
Veredicto: La muerte.
La muerte, porque en aquel mundo estaba prohibido el amor.



El árbol vivo

El viejo árbol soltó su última pluma.
El árbol que vive en el palomar que queda en el centro de la plaza mundial, se está desplumando.
Todas sus ilusiones, estaban en cada una de las plumas que soltó. Cada pluma, con un color diferente; cada color, era cada intento que hacía por agradarle a los que a el acudía. Pero siempre alguien siempre quería algo diferente.
Demasiados deseos para un solo árbol emplumado.
Cayeron una a una, alguien no se preocupo si el viejo árbol emplumado y colorido que vivía en el palomar en el centro de la plaza mundial, necesitaba alguien que acompañara sus noches de tanta soledad y tanto frio interior.
Su vida giraba en torno a los que giraban en torno a él. Su mayor deseo, extender sus plumas y volar. Su mayor problema, estar rodeado de gente que lo adoraban y pasar tan inadvertido.

Hoy soltó la pluma verde, su última ilusión, su única esperanza.



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